Ascenso y Descenso

El ascenso y el descenso son los dos momentos más importantes de toda travesía de montaña. Subir enseña la perseverancia y el esfuerzo; bajar enseña la prudencia y el respeto por la naturaleza. Ambos requieren técnica, preparación física, conocimiento del entorno y, sobre todo, actitud Scout, ya que necesitamos avanzar con seguridad, en equipo y con atención a cada paso.

ASCENSO
El ascenso es la progresión hacia la cima o a un punto más alto de la montaña. Es una actividad exigente que pone a prueba la resistencia, la coordinación y la planificación. Cada subida implica analizar el terreno, la inclinación, las condiciones meteorológicas y la ruta más segura.
Desde las primeras expediciones alpinas en el siglo XIX, el ascenso simbolizó el espíritu de conquista y exploración del ser humano. Montañistas como Edward Whymper o Reinhold Messner establecieron las primeras técnicas modernas, inspirando métodos que hoy aplican tanto alpinistas como Scouts de montaña.
 
Técnica de ascenso:
 
Ritmo constante: 
Subir sin apresurarse, manteniendo respiración y cadencia.
 
Equipo:
Aprovechar bastones, cuerdas, piolets o crampones según el tipo de terreno.
 
Postura:
Inclinar ligeramente el cuerpo hacia adelante para compensar el peso de la mochila.
 
Progresión escalonada:
Hacer pausas regulares, especialmente a gran altitud, para evitar la fatiga o el mal de montaña.
 
Riesgos comunes:
Fatiga muscular, falta de oxígeno, deshidratación, pérdida de equilibrio en pendientes o sobrecarga de peso.
 
DESCENSO
El descenso es la fase donde se requiere mayor control. Aunque físicamente parezca más sencillo, es cuando el cuerpo está cansado y los riesgos aumentan. La técnica correcta permite mantener estabilidad, proteger las articulaciones y evitar caídas o tropiezos.
El desarrollo de los sistemas de descenso (como el rápel o los dispositivos de freno) surgió de la necesidad de bajar paredes verticales en forma segura durante exploraciones o rescates. A mediados del siglo XX, el uso de cuerdas dinámicas, arneses y descensores metálicos revolucionó las maniobras de retorno, dándole al montañismo un enfoque más técnico y seguro.
 
Técnica de descenso:
 
Descenso controlado:
Desciende en zigzag, esto reduce la presión sobre las rodillas y mejora la tracción. Evita saltar o dar zancadas largas. Los pasos pequeños permiten mantener control del peso y evitar impactos bruscos.
Un descenso lento y constante es más eficiente y seguro que uno rápido con pausas frecuentes.
 
Apoyo en bastones o cuerda:
Los bastones son aliados indispensables.
  • Disminuyen la carga sobre las rodillas hasta en un 30%.

  • Aumentan el equilibrio y reducen el impacto en terrenos irregulares.

Recuerda mantenerlos ligeramente delante del cuerpo, apoyándolos alternadamente con el paso contrario (bastón izquierdo con pierna derecha, y viceversa).

Rapel controlado:
En paredes o cañones, usar dispositivos como el ocho, ATC o aseguradores asistidos.
 
Centro de gravedad bajo:
Inclina ligeramente el cuerpo hacia adelante, no hacia atrás. Esto ayuda a que el peso se reparta mejor entre piernas, cadera y espalda, evitando que las rodillas absorban toda la presión.
Caminar erguido o inclinado hacia atrás es uno de los errores más comunes y genera tensión en la articulación.
 
Riesgos comunes:
Resbalones, caídas, lesiones de rodilla o tobillo, desprendimiento de piedras.
 





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