Enfermedades

El ser humano ha sentido los efectos de la altitud: dificultad para respirar, mareos, cansancio extremo o incluso la pérdida del conocimiento. 
Con el tiempo, los avances médicos y las expediciones científicas al Himalaya permitieron comprender que la altura no solo desafía la resistencia física, sino también la capacidad del cuerpo para adaptarse a un ambiente con menor presión atmosférica y menos oxígeno disponible.

Las llamadas enfermedades de montaña son un conjunto de alteraciones fisiológicas que ocurren cuando el cuerpo no logra aclimatarse adecuadamente a la altitud. No distinguen edad, experiencia o condición física: cualquiera puede padecerlas si asciende demasiado rápido.
A medida que se asciende, la presión atmosférica disminuye, lo que significa que hay menos oxígeno disponible en cada respiración. El organismo intenta compensar aumentando el ritmo respiratorio, la frecuencia cardíaca y la producción de glóbulos rojos. (Esto lo puedes consultar mejor en nuestra sección de Factores de Altitud)

Si el ascenso es muy rápido o prolongado, el cuerpo no tiene tiempo de adaptarse, generando una falta de oxigenación en los tejidos, conocida como hipoxia.
Esta hipoxia es la causa principal de las distintas enfermedades de montaña.

PRINCIPALES ENFERMEDADES DE MONTAÑA
 
Mal Agudo de Montaña (MAM)
Es la forma más común y leve, aunque puede evolucionar si no se trata a tiempo. Suele aparecer a partir de los 2,500 a 3,000 metros de altitud.
 
Síntomas: Dolor de cabeza, náuseas, fatiga, insomnio, falta de apetito y dificultad para concentrarse.
 
Causa: Falta de aclimatación adecuada.

Prevención:
-Ascender gradualmente, no más de 300 a 500 metros por día.
-Descansar al sentir malestar.
-Mantener una buena hidratación y alimentación ligera.

Tratamiento: Reposo, hidratación, descenso si los síntomas persisten y, en casos graves, uso de oxígeno suplementario.
 

Edema Pulmonar de Altura (EPA)
Es una complicación grave del mal de altura. Ocurre cuando el líquido se acumula en los pulmones debido a la presión desigual en los capilares. Puede desarrollarse incluso en personas aclimatadas.
 
Síntomas: Tos persistente, dificultad para respirar incluso en reposo, sensación de ahogo, labios azulados y fatiga extrema.
 
Causa: Por la altitud partir de los 3,000 a 4,000 metros.

Prevención: Subir despacio, dormir a menor altura que la alcanzada durante el día, y no forzar el esfuerzo físico.
 
Tratamiento: Descender inmediatamente, administrar oxígeno y mantener al afectado en reposo. En expediciones profesionales se puede usar cámara hiperbárica portátil o medicación específica.
 
 
 
Edema Cerebral de Altura (ECA)
Es la forma más grave y potencialmente mortal de las enfermedades de montaña. Se produce por una hinchazón del cerebro causada por falta de oxígeno, lo que aumenta la presión intracraneal.
 
Síntomas: Dolor de cabeza intenso, vómitos, pérdida de equilibrio, confusión, comportamiento errático, dificultad para hablar o moverse, y finalmente pérdida de conciencia.
 
Causa: Por la altitud sobre los 4,000 metros.

Prevención:
Respetar los tiempos de aclimatación, reconocer los síntomas tempranos del mal agudo y evitar esfuerzos innecesarios en altura.
 
Tratamiento: Descenso urgente, oxígeno, y asistencia médica inmediata. No debe continuar la ascensión bajo ninguna circunstancia.
 
Congelaciones
Aunque no dependen directamente de la altura, las bajas temperaturas en montaña provocan la congelación de tejidos, especialmente en dedos, orejas y nariz.
 
Síntomas: Entumecimiento, piel pálida o azulada, rigidez, pérdida de sensibilidad.
 
Prevención: Mantener la ropa seca, usar guantes y calcetines térmicos, no fumar ni usar ropa ajustada.
 
Tratamiento: Calentar gradualmente la zona afectada y no frotar. Si hay ampollas o necrosis, se requiere atención médica.
 
Hipotermia
La hipotermia se da cuando el cuerpo pierde calor más rápido de lo que puede producirlo, bajando su temperatura interna por debajo de 35°C. En montaña, puede ser causada por viento, lluvia, sudor o falta de abrigo adecuado.
 
Síntomas: Temblores intensos, lentitud mental, confusión, pérdida de coordinación y, en casos graves, inconsciencia.
 
Prevención: Ropa en capas, refugio adecuado y alimentación energética.
 
Tratamiento: Llevar al afectado a un lugar seco y abrigado, reemplazar la ropa húmeda y suministrar bebidas calientes no alcohólicas.






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